Tuxtla Gtz, Chis., 14 de mayo de 2024.TecNM/DCD. Peggy Elizabeth Álvarez Gutiérrez, docente e investigadora del Tecnológico Nacional de México en Tuxtla Gutiérrez, ha logrado un hito significativo al convertirse en la primera científica mexicana en explorar el Salar de Uyuni en Bolivia.
Después de un viaje extenuante de más de 50 horas, Álvarez se unió a una expedición científica organizada por la Universidad de San Simón de Cochabamba, Bolivia. Esta expedición reunió a investigadores de diversas partes del mundo, incluyendo Bolivia, Dinamarca, Eslovenia, Portugal, España y México.
El propósito de esta expedición fue investigar microorganismos extremófilos, específicamente aquellos que sobreviven en condiciones ambientales adversas, como temperaturas extremas y alta salinidad. Peggy Álvarez destacó la importancia de encontrar bacterias capaces de producir enzimas de interés industrial en condiciones de procesamiento desfavorables.
El Salar de Uyuni, conocido por ser el salar más grande del mundo y visible desde el espacio, representa un entorno único en la Tierra debido a su superficie plana y su falta de vida. Álvarez describió su participación en esta expedición como un desafío personal, enfrentando temperaturas extremadamente bajas y altitudes nunca experimentadas. Sin embargo, considera esta experiencia como una de las más enriquecedoras de su vida, que trasciende los límites físicos y emocionales.
Durante su estancia, Elizabeth Álvarez tuvo la oportunidad de colaborar con destacados científicos, como Ramón Rosello Mora y Nina Gunde Cimerman, expertos en microbiología extrema. Visitó lagunas con altas concentraciones de sal y temperaturas congelantes, habitadas por flamencos y microorganismos adaptados a condiciones extremas.
Además, la expedición tenía como objetivo colaborar con la fundación PROINPA, una organización dedicada al cultivo de quinoa en condiciones extremas. Álvarez analizó los microorganismos asociados a la quinoa en estas condiciones, investigando cómo las plantas y los microorganismos mantienen una relación simbiótica para sobrevivir en entornos extremos.
Finalmente, representar a México en esta expedición fue un honor, ya que la investigadora considera que este logro es uno de los más importantes de su vida profesional y personal. Su experiencia en el Salar de Uyuni no sólo amplió su perspectiva científica, sino también le permitió apreciar la belleza y la fragilidad de uno de los lugares más extremos y hermosos del planeta.
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